¿Qué es la fabricación Just-in-Case?
El Just-in-Case (JIC) es una filosofía de gestión de inventarios que da prioridad a la gestión de riesgos, a menudo en forma de mayores inventarios permanentes. Suele contraponerse a la fabricación Justo a Tiempo (JIT).
La diferencia entre Just-in-Time y Just-in-Case
La principal diferencia entre el Just-in-Time y el Just-in-Case es que las operaciones JIT reciben el inventario sólo cuando se necesita para la producción, mientras que el JIC almacena los inventarios con antelación.
El JIT pretende optimizar el método ajustado mediante la reducción de 7 desperdicios en la fabricación, mientras que el JIC da prioridad a minimizar las posibilidades de que las mercancías se queden sin existencias o se retrasen con respecto al programa de producción necesario para cumplir los pedidos a tiempo.
Just-in-Time produce mercancías en función de los pedidos realizados, y Just-in-Case produce literalmente "por si acaso".
Por si acaso | Justo a tiempo |
---|---|
Aproximación a la producción | Precisión en la producción |
Usos previstos | Consumo real |
Lotes grandes | Lotes pequeños |
Inventarios elevados | Bajos inventarios |
Potencial de residuos | Reducción de residuos |
Gestión por extinción de incendios | Gestión a la vista |
Justo a tiempo, la norma moderna
El Just-in-Time se ha convertido en la norma de fabricación en las últimas décadas. Basta con buscar en Google "Just-in-Time" para obtener páginas de resultados que detallan por qué es el método de fabricación superior al JIC. Es el método preferido por las grandes empresas de todo el mundo.
El dominio del JIT se debe a que las empresas han hecho de la reducción de costes y la eliminación de los pasos sin valor añadido el núcleo de su estrategia de la cadena de suministro. A ello contribuye el hecho de que las organizaciones han mejorado en la predicción de la demanda de los consumidores y en la optimización de su cadena de suministro para minimizar los costes de mantenimiento.
Por lo tanto, no hay necesidad de sobreproducción o sobreprocesamiento a costa de su espacio de inventario, mano de obra y tiempo. Los recursos que antes se perdían por producir antes de tiempo ahora pueden refinanciarse para apoyar otras iniciativas como el control de calidad, el desarrollo de productos o la I+D.
Sin embargo, el método Just-in-Time tiene algunos defectos cruciales cuando se trata de retos imprevistos.
Por si acaso, el método tradicional
El Just-in-Case es el método tradicional de mantener una reserva tanto de materias primas como de productos acabados para poder responder a un aumento repentino de la demanda.
Una empresa que opta por este método de fabricación incurre en mayores costes de mantenimiento de inventario a cambio de una reducción en el número de ventas perdidas debido al inventario agotado.
La estrategia Just-in-Case funciona mejor para los productos que tienen sustitutos fácilmente disponibles. Las empresas pueden seguir siendo competitivas si son capaces de enviar sus productos inmediatamente.
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Enfoques JIT y JIC comparados
En este diagrama, el barco representa a la empresa. El nivel del agua representa los recursos de la empresa como los edificios, el equipamiento, el inventario, los directivos y los trabajadores. El iceberg representa los problemas de la empresa, como los cuellos de botella, la baja calidad, los largos tiempos de preparación y la falta de formación.
Para mantener la empresa a flote, hay dos formas de abordar los problemas. Una es mantener un nivel de agua alto que flote constantemente por encima de los problemas. La otra es predecir cuándo y dónde se producirán los problemas y alejar el barco de ellos.
Problemas inevitables durante las crisis
Aunque predecir dónde y cuándo aparecerán los icebergs es una buena base para planificar la producción, eso es sólo cuando el agua está en calma. Cuando esos icebergs aparecen de la nada y son inevitables, no hay forma de evitarlo. En tiempos de crisis, el método Just-in-Time no deja otra opción a estas empresas que golpear esos icebergs de frente.
Vimos que esto ocurrió durante la pandemia.
Debido a las rupturas en la cadena de suministro y al aumento de la demanda de ciertos tipos de mercancías, las empresas que han funcionado originalmente con el sistema Just-in-Time han tenido problemas más complejos de lo manejable.
Según informa The Atlantic, "El Institute for Supply Management, que realiza encuestas económicas mensuales, descubrió que casi el 75% de las empresas con las que contactó a finales de febrero y principios de marzo informaron de algún tipo de interrupción en la cadena de suministro debido al coronavirus. Y el 44 por ciento de las empresas no tenía un plan para hacer frente a este tipo de interrupción".
Lo cierto es que las interrupciones en la cadena de suministro ocurren, y seguirán ocurriendo.
No es la primera vez que una crisis paraliza la producción. "Lo mismo ocurrió en el negocio del automóvil hace nueve años, cuando el tsunami azotó Japón. Ahora es la electrónica, y el virus de China", escribió Scott Tong de Marketplace.
Por lo tanto, hay que centrarse en trazar proactivamente un plan para hacer frente a ese tipo de perturbaciones, en lugar de evitarlas por completo.
No hay una única solución
Una de las posibles soluciones para evitar la interrupción de la cadena de suministro podría ser un modelo híbrido de JIT y JIC. El JIC proporcionaría tiempos de respuesta suficientes para que las empresas reconfiguren sus procesos de producción, mientras que el JIC permitiría a las empresas operar con prácticas de fabricación ajustada. Sin embargo, este modelo híbrido variaría en su combinación según las industrias, las necesidades, las capacidades de producción existentes y la cadena de suministro.
La solución preferida ahora es utilizar las tecnologías digitales para crear agilidad y resistencia en las operaciones. Herramientas como las plataformas de aplicaciones pueden ayudar a los fabricantes a pivotar rápidamente cuando sea necesario. Tecnologías como la fabricación aditiva hacen posible que los equipos impriman o fabriquen piezas cuando se interrumpe el suministro.
Otra solución sería simplemente diversificar dónde se fabrican los productos, repartiendo los riesgos de interrupción de la cadena de suministro. Esto puede ser más fácil para unos que para otros, dependiendo de la disponibilidad de materias primas y de la cadena de suministro necesaria para producir bienes en un determinado país.
En todo caso, esta pandemia nos ha enseñado a considerar todas las opciones y a encontrar el feliz término medio entre lo óptimo y lo práctico. Esta crisis mundial nos ha dado la oportunidad de reaprender y reconsiderar los métodos tradicionales de fabricación, por no decir otra cosa.
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